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-¿Qué tal, hija?- pregunta mi padre- ¿Ya te has instalado?
-Sí, incluso he conocido a mi nueva compañera de cuarto. Es muy simpática.
-Me alegro de que ya estés haciendo nuevas amigas- responde mi madre-. Es esencial conocer bien a tus compañeros, sobre todo si eres la nueva.
-Lo sé, lo sé. Estoy intentado integrarme.
-Lo sabemos- dice mi madre-. Por cierto, creo que todavía no te hemos dado tu regalo de bienvenida.
-¿Regalo de bienvenida? ¿Y eso?
-Tú cierra los ojos.
Lo hago y, un minuto después, noto algo frío en el cuello y a mi madre guiandome hacia el espejo.
-Ahora, abre los ojos.
Los abro y, para mi sorpresa, un hermoso colgante reposa en mi pecho. Es precioso. Está bañado en plata, y parece muy delicado. Una hermosa flor de cristal decora el centro del colgante. No había visto nada igual en mi vida. Es el mejor regalo que me podrían haber hecho. Me doy la vuelta y abrazo a mis padres.
-¡Gracias! ¡Es precioso!
-Nos alegramos de que te guste- dice mi padre-. Y ahora, vete, que se que estás deseando lucirlo.
Le sonrío, no sabe cuánta razón tiene. Sobre todo porque lo voy a lucir en mi 'cita' con Maynarce. Le doy un beso a cada uno y bajo corriendo las escaleras hacia el vestíbulo.
Cuando llego, él ya me está esperando. Me acerco y veo como se le iluminan los ojos. Solo me ha visto dos veces, pero parece que lleva toda la vida deseando este momento.
-¡Hola!- me saluda
-¡Hola!
-¿Y ese colgante? Antes no lo llevabas.
-Me lo han regalado mis padres. Es su regalo de bienvenida particular.
-Es precioso. Bueno, ¿nos vamos? He pensado que podríamos dar una vuelta por los jardines y ver un poco el campus.
-Me parece genial.
Salimos al campus y lo que veo me sorprende. No sé si es porque voy con el chico más guapo del internado o porque ahora que estoy algo más contenta me estoy fijando mejor. El caso es que los jardines son preciosos. Una gran extensión de césped se extiende bajo mis pies hasta donde llega la vista. Andamos un rato, sin saber hacia dónde me lleva. Al cabo de un rato, descubro nuestro destino. Un gran bosque situado a las espaldas del internado donde parece no haber nadie. Nos dirigimos hacia un claro situado a pocos metros del linde del bosque.
-Es precioso, ¿cómo es que conoces este sitio?-pregunto, sorprendida y maravillada por el hermoso paisaje que tengo a mi alrededor.
-Antes, cuando fuiste a ver a tus padres, encontré este sitio, y pensé que te gustaría.
-Me encanta.
Pasamos la tarde tumbados en la hierba, hablando de cantidad de cosas. Qué hacemos en el internado, qué es lo que más nos gusta... Poco antes del ocaso, decidimos que es hora de volver. Ha sido una tarde genial, pero el día todavía no había terminado. Había muchos secretos que descubrir antes de que llegara la noche, pero todavía no lo había advertido...
-Lo sabemos- dice mi madre-. Por cierto, creo que todavía no te hemos dado tu regalo de bienvenida.
-¿Regalo de bienvenida? ¿Y eso?
-Tú cierra los ojos.
Lo hago y, un minuto después, noto algo frío en el cuello y a mi madre guiandome hacia el espejo.
-Ahora, abre los ojos.
Los abro y, para mi sorpresa, un hermoso colgante reposa en mi pecho. Es precioso. Está bañado en plata, y parece muy delicado. Una hermosa flor de cristal decora el centro del colgante. No había visto nada igual en mi vida. Es el mejor regalo que me podrían haber hecho. Me doy la vuelta y abrazo a mis padres.
-¡Gracias! ¡Es precioso!
-Nos alegramos de que te guste- dice mi padre-. Y ahora, vete, que se que estás deseando lucirlo.
Le sonrío, no sabe cuánta razón tiene. Sobre todo porque lo voy a lucir en mi 'cita' con Maynarce. Le doy un beso a cada uno y bajo corriendo las escaleras hacia el vestíbulo.
Cuando llego, él ya me está esperando. Me acerco y veo como se le iluminan los ojos. Solo me ha visto dos veces, pero parece que lleva toda la vida deseando este momento.
-¡Hola!- me saluda
-¡Hola!
-¿Y ese colgante? Antes no lo llevabas.
-Me lo han regalado mis padres. Es su regalo de bienvenida particular.
-Es precioso. Bueno, ¿nos vamos? He pensado que podríamos dar una vuelta por los jardines y ver un poco el campus.
-Me parece genial.
Salimos al campus y lo que veo me sorprende. No sé si es porque voy con el chico más guapo del internado o porque ahora que estoy algo más contenta me estoy fijando mejor. El caso es que los jardines son preciosos. Una gran extensión de césped se extiende bajo mis pies hasta donde llega la vista. Andamos un rato, sin saber hacia dónde me lleva. Al cabo de un rato, descubro nuestro destino. Un gran bosque situado a las espaldas del internado donde parece no haber nadie. Nos dirigimos hacia un claro situado a pocos metros del linde del bosque.
-Es precioso, ¿cómo es que conoces este sitio?-pregunto, sorprendida y maravillada por el hermoso paisaje que tengo a mi alrededor.
-Antes, cuando fuiste a ver a tus padres, encontré este sitio, y pensé que te gustaría.
-Me encanta.
Pasamos la tarde tumbados en la hierba, hablando de cantidad de cosas. Qué hacemos en el internado, qué es lo que más nos gusta... Poco antes del ocaso, decidimos que es hora de volver. Ha sido una tarde genial, pero el día todavía no había terminado. Había muchos secretos que descubrir antes de que llegara la noche, pero todavía no lo había advertido...
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