sábado, 5 de enero de 2013

EN EL SONIDO DE MI LLANTO

¡Hola! Aquí os dejo otra de mis historias. ¡Disfrutad!

Mi historia ocurrió hace dos veranos. ¿O quizá tres? No lo recuerdo, pero fue algo que me dejo una profunda marca.
Todo empezó a final de curso. Mi novio y yo llevábamos juntos casi un año y medio. Todo era perfecto, y yo me sentía como en una nube. Nunca pensé que esa preciosa nube rosa se convertiría demasiado pronto en una oscura nube de tormenta.
El baile de fin de curso era una fecha muy esperada por todos en el instituto, incluida yo. Ese día me dediqué toda la tarde a arreglarme, ya que era una de las pocas oportunidades que me quedaban de llevarme un buen recuerdo de mi novio en el instituto.
La verdad, mis padres se habían esmerado mucho: limusina, vestido de ensueño, un peinado espectacular... Cuando llegué al instituto, él ya me estaba esperando. Creo que me quede con la boca abierta, porque él se empezó a reír. Iba guapísimo: esmoquin negro, camisa, corbata... y esa luz le resaltaba sus preciosos ojos azules... Cuando me besó, noté algo raro en él. Me aparto y lo miro extrañada y, cuando me sonríe, no veo el brillo en sus ojos que siempre se refleja de su sonrisa.
Cuando entramos al instituto, un fogonazo de luz me deslumbra por un instante pero, cuando vuelvo a ver con normalidad, un brillo fugaz atraviesa mi mirada. ¡Es increíble! El vestíbulo de entrada parece otro: guirnaldas, bolas de discoteca y un enorme cartel en el que pone ''Fin de Curso'' decoran la entrada junto con miles de velas que lo alumbran. Si eso es la entrada, no me quiero imaginar la decoración del gimnasio.
Y no me equivocaba. La decoración del gimnasio era espectacular: una enorme bola de discoteca, mesas con todo tipo de cócteles, ponches y aperitivos, parejas bailando... Todo era perfecto.
Lo primero que hice fue arrastras a mi chico a la pista de baile. Al cabo de un rato, le pedí que me acercara un poco de ponche, porque estaba sedienta de tanto bailar. Busqué un sitio apartado para sentarnos cuando él volviera con el ponche. Veinte minutos después, yo seguía esperándole. Decido ir a buscarlo, porque es muy raro que todavía no haya vuelto.
Creo que esa fue la peor decisión que he tomado en mi vida porque, cuando llegué a la mesa del ponche, mi mundo se derrumbó por completo. Mi novio, la persona a la que le había confesado mis secretos y mis mayores miedos, la persona en la que más confiaba y a la que le había dedicado los mejores días de mi vida... Él, precisamente él, me había engañado, y en ese momento estaba besando a otra...
En ese momento no supe cómo reaccionar, y me quedé completamente petrificada, viendo como se destruían todos mis sueños. En cuanto la primera lágrima comenzó a caer por mi mejilla, me di la vuelta y salí corriendo a los jardines. Allí, me puse a llorar como nunca había llorado.
Todavía hoy, dos o tres años después, sigo pensando en cómo mi mundo se destrozó tan fácilmente. Pero tengo una cosa clara: la próxima vez que salga con alguien, me aseguraré primero de que mi insoportable hermana mayor tenga novio. Porque, sí, la chica a la que mi novio estaba besando aquella noche... era mi hermana.

4 comentarios:

  1. jolín q palo, pero me parece fantástico. Sigue así

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  2. jaja si es un poco un palo al final, pero me dieron la idea de hacer una historia de desamor y surgió esto. :)

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  3. Jajaja, sobre todo que fuera tu hermana..., pero me encanta, una gran historia (como todas). Sigue así.

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  4. ¡Me alegra que te guste! Aunque no es 'mi hermana' sino la hermana de la protagonista, osea que dependiendo de quién lo lea y dependiendo de si te metes en la historia o no, la hermana puede ser cualquiera. ¡Imaginación al poder! Jeje

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Bueno, aunque siempre lo digo, solo unos pocos me comentan. Un blog se alimenta de comentarios, ¡y la escritora también! Vuestros comentarios me animan a seguir escribiendo historias, reseñas... En fin, ¡cualquier cosa! Así que ya sabéis, ¿por qué no me dejáis un comentario? ;)

Gracias por tu comentario, en breve se publicará.