jueves, 9 de enero de 2014

LAS PESADILLAS TAMBIÉN SE HACEN REALIDAD

¡Hola, hola pequeños lectores! ^^

Aquí os dejo un nuevo mini-relato. Espero que os guste.

¡No olvidéis comentar! :)

Voy corriendo como alma que lleva el diablo. El bosque parece cobrar vida a estas horas de la noche, y el camino se va estrechando a mi alrededor a medida que avanzo. Un sudor frío baja por mi nuca y corre por mi espalda, mientras que las ramas bajas y las raíces me hacen arañazos en la piel y caigo de vez en cuando. Apenas siento las piernas. Tengo la sensación de que llevo varios días corriendo, y ya no puedo más. Quiero parar, pero no puedo. Hace rato que el bosque está muy silencioso... Demasiado, diría yo... Paro de correr. En el bosque solo se escucha mi respiración entrecortada por el esfuerzo. Es imposible que haya tanto silencio. Es algo... no sé... sobrenatural... Me apoyo en el tronco de un enorme roble para poder reponerme. El pelo se me pega a la cara por culpa del sudor. Estoy exhausta. Alzo la vista para examinar mi alrededor y, como acto reflejo, tenso el cuerpo. Un par de ojos amarillos me observan desde un arbusto más cercano de lo que me gustaría. Estoy paralizada y completamente pálida. El lobo ha sido capaz de encontrarme sin hacer ni un solo ruido. En ese momento, el lobo enseña unos grandes y blancos dientes, y un grave gruñido sale de sus entrañas en el mismo instante en el que se abalanza sobre mi. Grito y, de repente, el escenario cambia. El lobo ha desaparecido y el bosque ha sido sustituido por una habitación completamente negra. Me tranquilizo un poco, ya que ahora estoy a salvo... O eso creo... Un leve temblor sacude el cuarto y las paredes y el techo van cerrándose sobre mi, dejándome sin espacio. Esto no me gusta nada. Me hago un ovillo en el que considero el centro de la habitación, intentando no pensar en lo que, literalmente, se me viene encima. Mi respiración es cada vez más pausada y comienzo a sudar de puro miedo. Cierro los ojos justo cuando noto la pared en mi espalda. Esto no puede estar pasando. me siento desfallecer. No puedo morir ahora, no de esta manera. Abro los ojos para enfrentarme a la muerte de frente y el escenario vuelve a cambiar. Ahora estoy en otra habitación, roja esta vez, con miles de escalones en las paredes. Esto no pinta nada bien, aquí hay gato encerrado. En ese momento, de una de las paredes comienzan a salir millones y millones de arañas por una pequeña compuerta que acaba de abrirse. Sea quien sea el que está detrás de todo esto, se ve que no me quiere viva. El suelo comienza a cubrirse de arañas, y la única solución que veo es subir por los inestables escalones que hay esparcidos por la pared. Empiezo mi escalada a medida que el cuarto va siendo invadido por las arañas, todas ellas negras y peludas. Estoy muy agobiada, no soporto las arañas, les tengo una fobia enorme. Sigo subiendo todo lo rápido que me permiten mis piernas, sintiendo sobre mi las pequeñas y peludas patas de las arañas. Subo y subo, sabiendo que llegará un momento en el que ya no podré seguir huyendo, y las arañas me comerán viva. Llego al límite de la habitación notando a las peludas arañas subiendo por mis piernas cuando, de repente, un halo de luz cae del techo. Es mi única salvación, de modo que me arrastro hacia la pequeña ventana que me llevará a una habitación segura. O eso espero. Solo un paso más...

Me despierto en mi cama sudando y fría de puro terror. Ha sido sólo un sueño, pero parecía tan real... Me he enfrentado a mis peores miedos en una simple pesadilla. Pero ya ha pasado. O eso espero... Me vuelvo a tumbar en la cama para seguir durmiendo. Le he echado una ojeada al reloj y sólo son las 4 de la mañana. Mejor volver a dormirme. Me tumbo y cierro los ojos antes de poder ver a las minúsculas arañas trepando por mi cama. No noto nada así que me duermo poco antes de que un suave pero terrorífico gruñido retumbe en la noche, rompiendo el tranquilo silencio que se había apoderado de toda la casa. Todavía no lo se pero, las pesadillas también se hacen realidad...

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