martes, 1 de enero de 2013

EN LA ARDIENTE OSCURIDAD


Esta fue la primera historia que escribí. Espero que os guste porque gracias a esta historia decidí empezar a escribir. Disfrutad! :)


Era una noche oscura en Arabia. Mi viaje me había sorprendido en medio del
desierto y con una luna nueva. El cielo era negro como boca de lobo. Tenía miedo
y frío, mucho frío. La temperatura del ambiente parecía haber descendido varios
grados durante la tarde. Decido encender una hoguera, aunque dudo unos minutos
sobre encenderla o no, porque tengo miedo de atraer a depredadores indeseados.
Al final, acabo accediendo, pero no paro devolverme hacia todos lados porque, por
desgracia, no puedo ver nada más allá del resplandor de las brasas, pero yo soy
visible desde cualquier sitio, así que podría estar muerta antes de poder ver a mi
atacante. Como no veo nada sospechoso, decido dormir un rato y proseguir con mi
viaje al alba.

Me despierto sobresaltada varias horas después. ¿Cuánto tiempo he dormido?
¿Dos, tres horas? No lo sé pero, por la claridad del cielo, deduzco que quedan un
par de horas para el alba. Miro a mí alrededor, pero no veo nada raro. Termino de
despejarme y me doy cuenta de algo en lo que no había reparado antes: ¡mi mochila
está medio vacía! Me levanto y empiezo a buscar alguna huella alrededor de las
brasas semiapagadas de la hoguera que encendí anoche. Después de varios vistazos,
descubro un rastro de huellas que se dirigen hacia el este. Como no parece faltar
mucho para el alba, decido ponerme en marcha.

Al cabo de unos minutos, llego a la conclusión de que, si el ladrón se fue hacia el
este, será porque hay alguna ciudad o poblado en aquella dirección. Llevo varias
horas caminando, y todavía no he divisado nada, el desierto sigue tan monótono
como siempre. Me paro a descansar y, de repente, algo aparece a lo lejos. No
puedo creer lo que ven mis ojos pero, sin embargo, lo es. Sí, lo es, ¡una ciudad!
Recorro lo más rápido que puedo los pocos kilómetros que me separan de mi meta.
Parece mentira lo rápido que anochece y, para cuando llego a la ciudad, ya es noche
cerrada.

Lo primero que pienso al entrar en la ciudad es en lo abandonada que parece,
aunque seguro que es mi imaginación. Recorro la ciudad en busca de alguien que me
acoja y, aunque la noche es fresca, un sudor frío baja por mi espalda. Me siento
amenazada y en mi nuca noto la mirada del depredador observando a su presa.
Estoy aterrada. Al cabo del rato, decido darme la vuelta para comprobar si alguien
me sigue. No consigo ver la cara de mi agresor, pero si el cuchillo que lleva en la
mano. Es lo último que veo antes de perder la conciencia.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Jaja tampoco da tanto miedo jeje. Pero bueno, no es la primera vez que me dicen que da miedo, aunque mi intención no era la de meter miedo ;)

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Bueno, aunque siempre lo digo, solo unos pocos me comentan. Un blog se alimenta de comentarios, ¡y la escritora también! Vuestros comentarios me animan a seguir escribiendo historias, reseñas... En fin, ¡cualquier cosa! Así que ya sabéis, ¿por qué no me dejáis un comentario? ;)

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